Fuente: Diario Libre
El expresidente Leonel Fernández declaró este domingo que el supuesto fraude electoral en las primarias abiertas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a nivel presidencial se fraguó con la compra de votos a nivel nacional; en las mesas electorales de la región; desde el fuego de julio pasado en la Junta Central Electoral donde supuestamente se pretendía obtener el acceso a los módems USB, para de esa manera interceptar la información o la data que se transmitiría a la hora del cierre de las mesas de votación.
Además Fernández cuestionó que el Gobierno no entregó los fondos de la JCE para que pudiera realizar la auditoría de lugar a los equipos automatizados.
En cuanto a la votación, según Fernández, en 175 mesas en la región Sur se produjeron 99 mil 353 votos. De esa cantidad, 56 mil 554, que representan un 56.92%, fueron a favor de Gonzalo Castillo; y sólo 40 mil 267 votos, equivalentes a un 40.52%, fueron a favor suyo.
Para Fernández esto entra en contradicción con la capacidad para votar del proceso pues el promedio de tiempo de votación por mesa era de un voto por minuto, y el proceso duró unos 480 minutos, lo que significa un promedio de voto por mesa de 480 votos.
Fernández hace este señalamiento indicando un informe elaborado por el Dr. Irfan Nooruddin, especialista en teoría de probabilidades y estadísticas electorales, de la prestigiosa Universidad de Georgetown, en Washington, DC, y autor del libro Elections In Hard Times (Elecciones en Tiempos Difíciles), se presenta un marcado contraste en las pasadas elecciones primarias abiertas del PLD, entre los resultados obtenidos hasta las 6:30pm, con el 90% de los votos computados; y lo acontecido con el restante 10% de los votos por computar.
Según el análisis del profesor Nooruddin es como si dos elecciones separadas habrían tenido lugar. Una competencia electoral cerrada con nuestra candidatura ganando con el 90% de los votos computados y una ventaja por parte de nuestro competidor en el último tramo del 10% de los votos.
De acuerdo con la investigación del profesor de la Universidad de Georgetown, esta fue una elección cerrada en la cual la mayoría de mesas electorales reflejaron un resultado cercano al 50% para cada uno de los candidatos.
Sin embargo, el estudio revela que el precandidato opositor recibió más del 65% de los votos de manera predominante en mesas electorales que cerraron después de las 6:30pm, dos horas y media después de haberse concluido oficialmente el proceso de votación.
Esas ventajas en esas mesas, que el analista califica como de dominantes, las cuales cerraron a las 6:30pm, fueron las que otorgaron el improbable cambio de tendencia que permitió el resultado final.
De igual manera, en el informe se hace la observación de que hubo una concentración geográfica en una serie de provincias del sur, donde los recintos electorales cerraron tarde.
Entre esas provincias se encuentran las de Pedernales, Independencia, San Juan, Bahoruco, Azua, Barahona y Elías Piña.
El informe en cuestión concluye indicando que el cambio brusco de tendencia operado fue inusual, levantando serias dudas sobre la posibilidad de que ese cambio de tendencia ocurriese de manera natural.
Desde el punto de vista científico, ese tipo de variación de tendencias, con el 90% de los votos computados, resulta altamente cuestionable.
Así lo considera, de igual manera, José Lois Malkún, quien fuera profesor de estadísticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en un artículo publicado en el periódico Hoy bajo el título de Fraude o Milagro.
Ese artículo empieza diciendo que “lo que pasó después de haberse computado el 85% de las mesas electorales fue un fraude o un milagro. Estadísticamente hablando y revisando procesos electorales en otros países, después de computar mas del 60% de las mesas, la tendencia del 40% restante prácticamente sigue siendo la misma y si lo cambia lo hace en menos de un 0.5% de los votos”.
Fernández añade que en las siguientes mesas se presentó una anomalía extrema en 20 mesas donde se produjeron 835 votos.
A continuación, la explicación íntegra de Fernández sobre este incremento en las votaciones en estas mesas:
“Es el caso, por ejemplo, de la mesa 6142, en Jaquimeyes, Barahona, con 835 votos, para lo cual se requeriría de 13 horas y 55 minutos de votación continua, sin descanso alguno, partiendo de la idea de que cada ciudadano no podría excederse más de un minuto en realizar todos los pasos del proceso de votación.
De haber sido así, habría que considerar que sin experiencia previa de votación automatizada, Jaquimeyes se convirtió en un caso único, singular, de eficiencia sobrehumana en la realización del certamen electoral.
Pero igual puede decirse de la mesa 5590 en Bohechío, provincia San Juan, con 800 votos, que habría necesitado 13 horas y 20 minutos de votación continua, sin tregua alguna; de la mesa 5825, en el Peñón, Barahona, con 798 votos; en la 5006, en Jimaní, con 790 votos; la 5638, en Mella, Independencia, con 741 votos; las números 1587, 1590 y 1591, todas en Padre las Casas, Azua, con 695, 631 y 715 votos, respectivamente.
Llama la atención de que a pesar de que el promedio de votación a nivel nacional sólo alcanzó el 25%, en estas regiones del sur, de manera extraña y sospechosa, se colocó por encima del 70%.
A esto habría que añadir que la mayor parte de esa votación se produjo desde las 6:30pm hasta cerca de las 2 de la madrugada del día siguiente, cuando el proceso de votación se había cerrado desde las 4pm.
¿Cómo es posible que un proceso electoral que debió durar 8 horas, presente este absurdo? Resulta razonable inferir que al momento del cierre de la votación se permitiera votar a los ciudadanos que se encontraban en fila.
Sin embargo, no resulta comprensible que todavía a las 7 de la noche, tres horas después de concluidas las votaciones, hubiese más de 700 mesas abiertas, la gran mayoría de ellas ubicadas en zonas remotas de la región sur del país.
Más aún, ¿cómo puede explicarse que al momento del cierre de votación en esas mesas estuviesen en fila entre 320 a 640 personas?
¿Cómo resulta posible que todas esas personas que estaban en fila votaran todas en un tiempo exacto de un minuto; y que hicieran esto de forma ininterrumpida durante tres a ocho horas consecutivas?
Igualmente resulta fuera de toda comprensión, que pasada la medianoche, es decir, ocho horas después del cierre, todavía hubiesen mesas electorales abiertas registrando de manera irracional y absurda porcentajes de votación por encima del 90 y 95%, a favor del precandidato del gobierno.
De las 127 mesas con 500 o más votos, el precandidato del gobierno aparece con mayoría en el 70% de las mismas. Sin embargo, en las restantes 7,200 mesas con menos de 500 votos sólo pudo obtener mayoría en el 45% de las mismas”.
Según Fernández, el plan contra las primarias a nivel presidencial se empezó a materializar desde el pasado mes de julio, cuando se produjo un incendio en la parte trasera de la sede central de la Junta Central Electoral.
Citando siempre a Fernández, en el lugar funcionaba la Unidad de Inspectoría, la imprenta y tres áreas de soporte de informática que tenían que ver con documentación, redes y soporte técnico. Al lugar, conforme lo recoge la prensa, se presentaron unidades del Cuerpo de Bomberos, personal del 911 y del Ministerio de Obras Públicas.
El motivo del incendio en los almacenes que contenían viejos equipos, según revelan las fuentes, era el de disponer de una excusa para acceder a verificar si los equipos nuevos, los cuales servirían para las elecciones primarias que acaban de efectuarse, habían sufrido daños a causa del siniestro.
Pero la intención verdadera de la acción era la de obtener las llaves criptográficas de validación de interconexión de los equipos de votación. En forma concreta, el acceso a los módems USB, para de esa manera interceptar la información o la data que se transmitiría a la hora del cierre de las mesas de votación.
Se intentaba capturar la información de los votantes. Esto así, con dos propósitos. Primero, el de recibir la información de cierre de las mesas y transmitirla con alternaciones en la data o información; y segundo, para crear una base de datos de toda la información interceptada, con los nombres y apellidos de los votantes, cédula de identidad y electoral, hora específica en la que ejercieron el sufragio y el recinto donde se produjo la votación.
Si bien el primer objetivo del plan era el de provocar la alteración de resultados, como hemos dicho, el segundo implicaba la vulneración de las urnas, en caso de que se produjese un conteo manual de los votos emitidos por las maquinas de votación.
Las aplicaciones del código QR fueron vulneradas en su aspecto interno y externo en su recepción de la data hacia los servidores de la Junta Central Electoral.
Esto último quiere decir que esa data fue fragmentada en varias transmisiones, las cuales fueron hechas en tiempo real, como en rueda de prensa explicase recientemente el compañero ingeniero César Fernández.
Esa transmisión fragmentada de la data ocasionó que la misma fuese recibida también en bloques fragmentados, a medida que los interceptores pudieron consolidar los datos y por medio de su programación, construir una nueva estructura de datos favorable al precandidato del gobierno.
Como consecuencia de esas acciones de fragmentación de transmisión de la data, 875 mesas electorales fueron afectadas, lo que representa el 12% de la totalidad de las mesas, que fueron las que finalmente, como hemos dicho, produjeron el cambio inusual, que no encuentra explicación como acción humana.
Según nuestras fuentes, en las acciones delictivas que condujeron al fraude electoral cometido el pasado domingo, 6 de octubre, en las elecciones primarias abiertas del PLD, actuaron varios frentes.
Un primero que se registra desde un hotel ubicado en la zona turística de Punta Cana, pero que realmente operó desde un punto, que podemos ubicar con precisión, de la Carretera del Coral. Ese grupo interceptaba, alteraba y transmitía la información adulterada a la Junta Central Electoral.
Un segundo frente estuvo operando en el cuadrante comprendido ente la avenida Abraham Lincoln y las avenidas Charles Sumner, hacia el norte; y José Amado Soler, hacia el sur. Desde ese perímetro se registró durante el día del pasado domingo, 6 de octubre, un desacostumbrado y sospechoso volumen de transmisión de data dirigido hacia los servidores de la Junta Central Electoral.
El tercer frente funcionó desde una villa de Casa de Campo, en La Romana, bajo la dirección de un reconocido hacker, de nacionalidad india, autor de varios manuales sobre cómo realizar esas prácticas delictivas.
Conocemos con precisión el lugar exacto desde donde se perpetró este hecho y la identidad precisa de este siniestro personaje, así como de sus socios en la República Dominicana; y estamos dispuestos a revelar sus nombres a quienes vayan a realizar la auditoria técnico forense con acompañamiento de los Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA), a los fines de que sean investigados, establecer sus responsabilidades y conducidos a la justicia.